Por Iris Makin G., jefa técnica Área de Educación Corporación Municipal de La Florida.- Hace unos días se llevó a cabo un concurso de pesebres donde participaron nuestros estudiantes municipales con la valiosa organización de profesores de religión católica y el apoyo de docentes de otras disciplinas.
Se trató de una iniciativa muy valiosa para todas las comunidades escolares, observada en la gran participación de los alumnos y apoderados, que incluyó también villancicos y una representación del nacimiento de Jesús.
A su vez, hace algún tiempo, los docentes de religión evangélica de nuestros colegios organizaron el tercer Festival de la Voz con la participación de los alumnos y el apoyo de sus familias. Ambas actividades se llevaron a cabo en el contexto del curriculum vigente con énfasis en la posibilidad que tienen nuestros estudiantes de optar por religión católica, evangélica o, simplemente, decidir que no quieren recibir clases de algún culto específico.
Todo esto me llevó a reflexionar sobre las oportunidades que estamos dando a nuestros estudiantes para manifestar sus opiniones y para permitir su análisis reflexivo sobre diferentes temas. Pero, ¿damos las mismas posibilidades para que se expresen desde su fe? ¿Les facilitamos el camino para que puedan vivir su religión con igualdad de oportunidades? ¿Aceptamos esta diversidad y los incluimos o decimos que, por tratarse de un estado laico, la fe debe quedar en el silencio de la práctica individual?
Varias son las voces que surgen al respecto y muchos los que dicen que la fe debe quedar en el silencio, pero no puedo dejar de pensar y creer que si miramos la religión desde el curriculum, como cualquier asignatura o disciplina, se deben dar las condiciones para su expresión y manifestación, al igual que en otras áreas del saber; enfrentar a los escolares a experiencias participativas y reflexivas, pues la relevancia de esta asignatura está, entre otras cosas, en la electividad que propicia.
Si lo miramos desde el desarrollo de la espiritualidad y dogmas, he observado que se solicita desde la sociedad cada vez más que las muestras de fe se dejen de lado basándose en la premisa que, porque somos diferentes, no se debe mostrar en público y debe quedar en el ámbito de lo privado.
¿Será esto así? ¿Debe ser así? Tal vez, como comunidad de formación y aprendizaje, nuestro rol debe basarse en la creencia que toda persona en edad de ser escolarizada, tiene el derecho de sentir que está en un ambiente donde puede expresarse libremente. O si desde su fe, pensamiento o creencia, será escuchado con respeto y esta tolerancia a la diversidad les dará las herramientas para su vida de adultos.